El cáncer fue en 2006 la primera causa de mortalidad de la población en la Unión Europea (UE). Los expertos la califican como la “epidemia” del siglo XXI.
La Presidencia europea eslovena ha convertido, en este semestre, la lucha contra el cáncer en una de sus priorida- des. El Parlamento Europeo (PE) acaba de proponer un mayor uso de los cuida- dos paliativos en su tratamiento y apela a todas las presidencias futuras a que continúen en esta línea.
Este ha sido un gran impulso por parte de la UE en los últimos meses a fa- vor de esta enfermedad que, desgracia- damente, cada vez nos afecta más a to- dos y todas en un grado u otro.
Según datos de Eurostat, uno de ca- da cuatro europeos muere de esta en- fermedad y uno de cada tres sufre al- gún tipo de cáncer a lo largo de su vida. El más común es el de pulmón, seguido de cerca por el de colon; juntos supo- nen dos tercios de los casos diagnosti- cados en la UE. Al mismo tiempo, la Or- ganización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos un tercio de los ca- sos de cáncer en todo el mundo se pue- de prevenir.
En su Resolución aprobada hace apenas una semana, la Eurocámara propone una serie de medidas como la creación de un “Grupo de Acción euro- peo interinstitucional” encargado de promover proyectos de cribado o una“Carta de Derechos de los Pacientes” para protegerlos en sus lugares de tra- bajo e impedir que se vean obligados a abandonar su empleo durante el trata- miento y lo tengan más fácil a la hora de volver a su vida profesional.
Pero de entre todas las medidas ex- puestas quisiera destacar especialmen- te, tal y como ya he hecho referencia, el llamamiento a los Estados miembros para que fomenten el uso de los cuida- dos paliativos y a la Comisión Europea para que determine las líneas de acción en este ámbito.
A estas alturas de extensión del cán- cer -según el director de la Agencia Internacional para la Investigación del cáncer (IACR), Peter Boyle, se trata de una de las mayores crisis de salud pú- blica a las que se enfrenta Europa en es- te siglo, -y del conocimiento que todos tenemos de lo que pueden llegar a su- frir los enfermos en sus últimos meses de vida, parece que no debería ser una medida que hubiera que impulsar espe- cialmente y que los pacientes deberían ser una prioridad en su tratamiento.
Sin embargo, incluso Peter Boyle ha reclamado la necesidad del desarrollo de una estrategia para la prevención del cáncer orientada al paciente.
Parece que aún no estamos lo suficientemente concienciados de la gravedad de esta enfer- medad y de lo que pueden llegar a sufrir quienes la pa- decen, por lo que estas me- didas de apoyo y promoción para mejorar su calidad de vida, son absolutamente ne- cesarias.
Y más aún cuando obser- vo indignada, por ejemplo, cómo en Madrid, muchos ciudadanos se han visto pri- vados de tratamientos palia- tivos durante meses, debido a falsas acusaciones -tal y como sentenció en enero la Audiencia Provincial- y a to- da una campaña de difama- ción por parte del Gobierno regional contra el equipo de urgencias del Hospital Seve- ro Ochoa; y el PP ni siquiera a pedido perdón.
O cómo el arzobispo emé- rito de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar, hace de- claraciones defendiendo la dignidad de la muerte de Cristo porque no tuvo cuida- dos paliativos o que el mis- mo Mariano Rajoy trata de eludir una pregunta al res- pecto de Iñaki Gabilondo, cuando lo entrevistó en su programa durante la cam- paña electoral.
Yo creo que una muerte digna nada tiene que ver con sufrir gratuitamente. No po- demos dejarnos inf luir por una Iglesia que se resiste a
ocupar su lugar y se entromete conti- nuamente en la vida política, ni por la derecha más rancia que tanto le cuesta evolucionar y salir de su mundo opaco intolerante. Porque yo no creo que una muerte digna esté proporcionalmente relacionada con el sufrimiento gratuito evitable.
Qué pasa Sr. Arzobispo, ¿qué un en- fermo terminal que recibe cuidados pa- liativos es menos digno y no es capaz de mirar a la muerte cara a cara? Todo lo contrario Sr. Arzobispo. Estas personas nos dan una lección cada día que pasan luchando contra la enfermedad, rega- lándonos las mejores de sus sonrisas, conscientes de que sus vidas se agotan, y afrontando su destino lo mejor que pueden: DIGNAMENTE.
¿No habrá mayor acto de amor y bondad que aliviarles su dolor si está en nuestras manos? ¿Acaso usted no hu- biera ayudado a Cristo en su sufrimien- to si hubiera podido?
Sólo Elena Valenciano -diputada na- cional y durante casi cuatro años mi je- fa- me ha convencido a renunciar a los cuidados paliativos antes de morir bajo unas circunstancias muy concretas: que resucitemos al tercer día.
La Presidencia europea eslovena ha convertido, en este semestre, la lucha contra el cáncer en una de sus priorida- des. El Parlamento Europeo (PE) acaba de proponer un mayor uso de los cuida- dos paliativos en su tratamiento y apela a todas las presidencias futuras a que continúen en esta línea.
Este ha sido un gran impulso por parte de la UE en los últimos meses a fa- vor de esta enfermedad que, desgracia- damente, cada vez nos afecta más a to- dos y todas en un grado u otro.
Según datos de Eurostat, uno de ca- da cuatro europeos muere de esta en- fermedad y uno de cada tres sufre al- gún tipo de cáncer a lo largo de su vida. El más común es el de pulmón, seguido de cerca por el de colon; juntos supo- nen dos tercios de los casos diagnosti- cados en la UE. Al mismo tiempo, la Or- ganización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos un tercio de los ca- sos de cáncer en todo el mundo se pue- de prevenir.
En su Resolución aprobada hace apenas una semana, la Eurocámara propone una serie de medidas como la creación de un “Grupo de Acción euro- peo interinstitucional” encargado de promover proyectos de cribado o una“Carta de Derechos de los Pacientes” para protegerlos en sus lugares de tra- bajo e impedir que se vean obligados a abandonar su empleo durante el trata- miento y lo tengan más fácil a la hora de volver a su vida profesional.
Pero de entre todas las medidas ex- puestas quisiera destacar especialmen- te, tal y como ya he hecho referencia, el llamamiento a los Estados miembros para que fomenten el uso de los cuida- dos paliativos y a la Comisión Europea para que determine las líneas de acción en este ámbito.
A estas alturas de extensión del cán- cer -según el director de la Agencia Internacional para la Investigación del cáncer (IACR), Peter Boyle, se trata de una de las mayores crisis de salud pú- blica a las que se enfrenta Europa en es- te siglo, -y del conocimiento que todos tenemos de lo que pueden llegar a su- frir los enfermos en sus últimos meses de vida, parece que no debería ser una medida que hubiera que impulsar espe- cialmente y que los pacientes deberían ser una prioridad en su tratamiento.
Sin embargo, incluso Peter Boyle ha reclamado la necesidad del desarrollo de una estrategia para la prevención del cáncer orientada al paciente.
Parece que aún no estamos lo suficientemente concienciados de la gravedad de esta enfer- medad y de lo que pueden llegar a sufrir quienes la pa- decen, por lo que estas me- didas de apoyo y promoción para mejorar su calidad de vida, son absolutamente ne- cesarias.
Y más aún cuando obser- vo indignada, por ejemplo, cómo en Madrid, muchos ciudadanos se han visto pri- vados de tratamientos palia- tivos durante meses, debido a falsas acusaciones -tal y como sentenció en enero la Audiencia Provincial- y a to- da una campaña de difama- ción por parte del Gobierno regional contra el equipo de urgencias del Hospital Seve- ro Ochoa; y el PP ni siquiera a pedido perdón.
O cómo el arzobispo emé- rito de Pamplona, Fernando Sebastián Aguilar, hace de- claraciones defendiendo la dignidad de la muerte de Cristo porque no tuvo cuida- dos paliativos o que el mis- mo Mariano Rajoy trata de eludir una pregunta al res- pecto de Iñaki Gabilondo, cuando lo entrevistó en su programa durante la cam- paña electoral.
Yo creo que una muerte digna nada tiene que ver con sufrir gratuitamente. No po- demos dejarnos inf luir por una Iglesia que se resiste a
ocupar su lugar y se entromete conti- nuamente en la vida política, ni por la derecha más rancia que tanto le cuesta evolucionar y salir de su mundo opaco intolerante. Porque yo no creo que una muerte digna esté proporcionalmente relacionada con el sufrimiento gratuito evitable.
Qué pasa Sr. Arzobispo, ¿qué un en- fermo terminal que recibe cuidados pa- liativos es menos digno y no es capaz de mirar a la muerte cara a cara? Todo lo contrario Sr. Arzobispo. Estas personas nos dan una lección cada día que pasan luchando contra la enfermedad, rega- lándonos las mejores de sus sonrisas, conscientes de que sus vidas se agotan, y afrontando su destino lo mejor que pueden: DIGNAMENTE.
¿No habrá mayor acto de amor y bondad que aliviarles su dolor si está en nuestras manos? ¿Acaso usted no hu- biera ayudado a Cristo en su sufrimien- to si hubiera podido?
Sólo Elena Valenciano -diputada na- cional y durante casi cuatro años mi je- fa- me ha convencido a renunciar a los cuidados paliativos antes de morir bajo unas circunstancias muy concretas: que resucitemos al tercer día.
* Izaskun Bernal Licenciada en CC. Políticas Asesora en el Parlamento Europeo
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